Hace más de 20 años un puñado de actores congregados en torno a la figura de su maestro y director, desataban una tormenta ética y estética sobre las calmas aguas del río que circundaba una ciudad que despertó un día iluminada por un rayo, tan misterioso como cegador.

Hoy ese Rayo Misterioso emprende una nueva aventura, invitándonos a dar una vuelta en el tren fantasma de la enigmática tía Betty, un nuevo recorrido por sus obsesiones, un pasadizo al oscuro mundo de los sueños, un viaje de ida a “El fabuloso mundo de la Tía Betty”.

Una potente metáfora social  “Dinamismo. Una poderosa disposición de cuerpos entrenados en escena. La obra envuelve al público con imágenes escalofriantes. Nunca se detiene, una rueda que gira y gira estimulando los sentidos del espectador. Este espectáculo tiene muchos momentos en los que se permite aflorar el humor, basado en la repetición y el absurdo. La obra se disfruta por su potencia, por su gran capacidad para estimular a espectadores de diferentes edades y permitir la risa reflexiva.”

El fabuloso mundo de la tía Betty, una paradoja del mundo “La obra escrita y dirigida por Aldo El-Jatib genera un gran impacto visual y consigue desdoblar el tiempo y el espacio creando un universo infinito. Los actores se valen de sus sobrados recursos, haciendo que su cuerpo, su voz y su movimiento conduzcan al espectador a un estado de trance. Aldo El-Jatib en un monumental trabajo esculpió gigantes de huesos, polvo y carne podrida, que nacen y mueren a cada instante”.

El esfuerzo y la entrega, es extraordinaria. El Fabuloso Mundo de la Tía Betty, mantiene las características de los otros trabajos. Esa mezcla de ritual misterioso y humor. Nada de lo que propone El Rayo nos deja impasibles

Aquí encuentra uno de todo: la dictadura militar y Eva Perón, los desnudos y los muertos, las trincheras y los almuerzos familiares, el manicomio y las brujas. La mezcolanza desconcierta al espectador, pero también le fascina.

La reiteración puede cansarle y la artificiosidad desorientarle pero, en cambio, el arrojo físico de estos excelentes intérpretes y la belleza desasosegante de bastantes de las composiciones resultan apabullantes

Los personajes son los cuadros vivos de la historia y el dramatismo de las luces forman un espacio escénico en donde los rituales, los cuerpos, las coreografías, los sonidos, los animales, Evita, las estatuas y las brujas retratan a la perfección el vaivén de la miseria humana

Todos los intérpretes muestran, además de una excelente técnica, una perfecta conjunción. En escena, derrochan una energía desorbitada, pues interpretan cada uno de ellos un sinfín de caracteres. La trama no concede pausa ni respiro y está hilada a base de escenas brevísimas que se suceden a una velocidad de vértigo. Se intuye que sobre la escena se ha vomitado toda la dramática cosmogonía que está en el subconsciente del argentino medio.

El director está en todo momento en escena, vestido de enfermero. Es el vigilante del manicomio. Su propuesta logra momentos bellísimos, con apenas una puerta, una mesa y una sencilla carra. Está muy logrado el vestuario feísta combinado con maquillaje expresionista. Un trabajo meritorio y muy interesante

A menudo me pregunto por qué hay espectáculos que se eternizan en la cartelera y piezas comprometidas como ésta pasan como una exhalación por Madrid… Ver este tipo de trabajos es un soplo de aire fresco ante tanto teatro adocenado y hueco. Un ritual esperpéntico lleno de imágenes inquietantes, cargadas de poesía

Uno de los trabajos más potentes e increíbles a los que he asistido en los últimos años, no sólo por el contenido y el desarrollo, sino por lo arriesgado y por el compromiso del conjunto. La propuesta que nos presenta la compañía tiene dos soluciones posibles a la hora de aceptarla: una sería muy simplista, y se puede resumir en una locura de escenas secuenciales que describen la historia de Argentina.

La otra supone un análisis profundo, en el que habría que tratar de la idea de los personajes, la compleja construcción de sus relaciones o de sus desencuentros, la forma de expresarlo mediante formatos de todo tipo que, a unos ritmos de vértigo, ahuyentan y atrapan a la vez al público.

Es inevitable decirlo: la obra es una completa locura, el formato juega con lo emocional de las percepciones, mientras los textos y el desarrollo de la acción lo hacen con duros fragmentos de la historia. La velocidad vertiginosa a la que pasa la reciente historia de un siglo en Argentina, se ve perfectamente reflejada en la enorme y casi disparatada dinámica del equipo. Es el fehaciente retrato de una sociedad que se divide entre la aceptación masiva de las realidades que les cercenan, y la minoría que lucha hasta dejarse la vida. Es preciso que regresen y estar atentos a sus propuestas escénicas

Salí completamente deslumbrada por el espectáculo y me llevó un par de días poder procesar la información. Las voces de los personajes. La potencia en cada rostro, cada mirada. Llegué a preguntarme si eran humanos. Cómo pasaban de un personaje al otro sin una fisura. Realmente la recomiendo y podría seguir halagando a esta obra por mucho más.

Un trabajo conmovedor, profundo, original. Ver trabajar al Grupo Laboratorio de Teatro “El Rayo Misterioso” es una experiencia en sí misma. Con un nivel de relato absolutamente particular, es tan original que quizás solo encuentre antecedentes en trabajos de la propia compañía. Cada escena de “El Fabuloso Mundo de la Tía Betty” posee valor en sí misma. Considero que uno se encuentra frente a una obra de arte.

Vertiginosos interpretativamente como un relámpago incandescente y a veces escultórico, proteicos. Proyectando imágenes escénicas que incendiaron el quebranto. Al cuidado del director, Aldo El-Jatib, que construyó una arquitectura sinuosa, entre ondulaciones de Gaudí y sierras del alma.

Una poderosa presencia escénica de unos intérpretes enérgicos, inagotables, buscando la redención, contorneada por escenas inflamadas y deslumbrantes. El Rayo Misterioso ha venido a propagar tempestades (lo lleva haciendo veinte años). La curiosa propuesta repleta de plasticidad, que convierte cada escena en una pintura expresionista con una geometría impecable.

Siempre he creído, y lo he dicho más de una vez, que tener una idea genial está al alcance de cualquier persona medianamente inteligente. Lo que diferencia al genio del común de los mortales es generar esa genialidad pero de forma sostenida, constante, casi diaria.

Eso es lo que le viene sucediendo desde 1994 al colectivo argentino “El rayo misterioso”. ‘Dionisos Aut' y ‘El fabuloso mundo de la tía Betty' conmocionan, revolucionan, trastornan, aturden y desordenan la estructurada y educada mente del espectador. Ambos montajes son impactantes, sugerentes, turbadores y, desde luego, no dejan indiferente al espectador que no olvidará nunca las señas de identidad de un grupo.